Antequera (Málaga) se ha convertido, durante los meses de abril y mayo en la primera ciudad de España en la que todas las aulas de Educación Infantil de 5 años, de los colegios públicos y concertados, han empleado la metodología de Design For Change elaborando, en las diferentes aulas, 16 proyectos.
Ha sido una iniciativa del Centro de Magisterio María Inmaculada de Antequera, adscrito a la Universidad de Málaga, que con un grupo de profesores y sus Estudiantes de 2º Grado de Educación Infantil, en colaboración con Design For Change España y la Fundación Telefónica, han ayudado a los colegios a implementar esta metodología que tanta inspiración, motivación y cambio ha inducido, con gran satisfacción de todos los implicados, directa o indirectamente. Así, los jueves, de 9 a 11 de la mañana, cada aula trabajó el proyecto que los niños habían identificado y diseñado. Ellos tomaron conciencia de que el cambio es posible y de que lo pueden conducir… Como decía María, una niña de cinco años de uno de los colegios: “Los jueves nos toca cambiar el mundo”, con una sonrisa enorme que le iluminaba toda su cara.
Cambian su entorno y la ciudad:Los alumnos salen fuera de clase y recorren las instalaciones del centro y del barrio donde se ubica el mismo; preguntan, observan, hablan, interrogan, dialogan, piensan, sienten, imaginan, deducen y descubren que hay violencia entre ellos, poco respeto, que no cumplen las normas en el patio, que no cuidan las plantas o a los animales, que no cuidan el medio ambiente, no reciclan, que sus espacios de estudio y juego, son aburridos o están algo sucios… Y se ponen mano a la obra, a pensar y diseñar propuestas y soluciones para todo ello.
Tal y como señalan sus profesores, la magia fluye y ellos empiezan a respetarse, a reciclar, a pintar y decorar el patio y aula, están empoderados y se sienten protagonistas. Los mismos niños se dan cuenta que algo nuevo está aflorando y que ellos lo han creado, sienten que pueden. Se ayudan unos a otros, colaboran, aportan al grupo lo mejor de cada uno y se comprometen tanto en su elaboración como en darle continuidad posteriormente.
Los proyectos que surgen facilitan la interacción de niños y jóvenes con su entorno, y se han dado acciones encaminadas a favorecer la inclusión social, la educación en valores, el conocimiento de su entorno, el compromiso con personas con dificultades económicas, el cuidado del medio ambiente, etc. El siguiente mapa nos muestra todos los colegios participantes en la puesta en práctica de esta metodología y los proyectos que, en cada uno de ellos, los niños definieron y desarrollaron.
Los proyectos giraron en torno al cuidado y mejora del medio ambiente (reciclaje de la basura, cuidado de los animales, replantar…); otros trabajaron algunos valores como el respeto, la no-violencia, quererse, más allá de las diferencias, etc.; otros optaron por decorar y hacer un entorno educativo más limpio, bello, divertido y agradable.
Cambian la educación: Al aplicar esta metodología en la clase, los niños son los protagonistas, adoptan un nuevo rol y a su vez, los profesores pasan a un segundo plano, siendo facilitadores y mediadores del proceso de aprendizaje. De esta forma, los estudiantes de Magisterio cambiaron el paradigma de sus prácticas, siendo también ellos protagonistas, tomando el relevo de los profesores-tutores, conduciendo todo el proceso. El resultado de esta experiencia nos ha sorprendido a todos. Como nos indicaba una de las profesoras de uno de los centros públicos participantes: “Estoy a punto de jubilarme, pero quiero daros las gracias por enseñarnos a enseñar de otra forma”.
Cambian el corazón, la mente y la acción: Los niños han aprendido y se han comprometido a construir juntos un contexto más participativo, en el que se quieren y respetan más, más divertido y alegre, en el que se piensa un poco más en los demás, generando una gran empatía. Así, se ha visto cómo toman la iniciativa y cómo, a pesar de su corta edad, se abren tímidamente a los demás, preocupándose de ellos y queriéndolos.
Ha resultado ser una experiencia fantástica, en la que los niños han mostrado una gran motivación y alegría, participando muy activamente en el proceso, buscando juntos la mejor solución y construyéndola juntos. No hemos de esperar a que sean adultos para darles el protagonismo que les debemos. Desde ya, hemos de contar y confiar en ellos. Realmente son capaces y pueden contribuir a muy temprana edad a crear un mundo mejor, comprometerse y adentrarse en una ciudadanía activa.
La ciudad de Antequera, con iniciativas como ésta, se volverá menos adulto-céntrica, más educativa, equitativa, dinámica e innovadora, propiciando que cada uno de sus ciudadanos, independiente de su edad, contribuya a la mejora y transformación social.
Juan Antonio Ojeda
Hermano de las Escuelas Cristianas de La Salle
Profesor de la Escuela Universitaria de Formación
del Profesorado del centro María Inmaculada de Antequera