Nos encontramos virtualmente con Dani Molina Martín. Desde la pantalla vemos cómo se reflejan plantas de grandes hojas verdes en las puertas de cristal que tiene detrás. Suena una brisa que, si pudiésemos percibir aromas a través del ordenador, seguro que deja en los labios sabor a sal. Dani está en Marbella: es asesor educativo y de formación del profesorado de la Consejería de Educación en el Centro del Profesorado de Marbella – Coín; encargado, entre otras líneas, de la que concierne a la creatividad.

Desde Málaga, y con un café mediante, responde a las cuestiones de Design for Change España. Como las palabras fluyen con el viento, espontáneamente de la pregunta-respuesta brota el diálogo y, después de dos horas de entrevista, se vislumbran nuevos horizontes comunes.

 

Por Beatriz Alonso

Pregunta: Con más de diez años de experiencia como profesor en Infantil, Primaria y Secundaria; logopeda, maestro y Máster en Inteligencias Múltiples e Innovación Educativa; entre otros, ¿qué hitos destacarías en tu camino en el ámbito educativo y dónde se encuentran tus pasos con Design for Change?

Respuesta: Me gustaría destacar tres hitos muy importantes. El primero es como alumno de Primaria. Encontré algunos profes que hacían propuestas que conectan o que están muy alineadas con Design for Change precisamente, porque tiene que ver con dar voz. Una de las propuestas fue que un profesor puso un tablón en la clase para comunicar, para construir, para hacer lo que quisieramos. Era el año de la guerra del Golfo, y a mí me pareció interesante redactar artículos de opinión sobre lo que estaba pasando. Así, este profesor abrió una ventana de comunicación desvinculada del currículum y de las directrices, y nos dio el poder de comunicar. Como Design for Change, que tiene que ver con empoderar al alumno, porque le da la oportunidad de que cuente, diseñe, transforme… Tuve más profesores de este corte, con los que hacíamos tertulias dialógicas, simulaciones de juicios (de hecho sometimos a juicio al comedor escolar)… Este tipo de propuestas competenciales me marcaron luego también como profesor.

El segundo momento fue como alumno en la universidad. Cuando ves que en Educación Infantil y Primaria hay otras miradas, que son muy respetuosas para la infancia, que ponen sobre todo oído a la voz de la infancia y a lo que les preocupa; además de a la filosofía y al planteamiento de que si se mejora la calidad de vida de los niños y niñas, se mejora la de todos. Consiste en poner el foco en lo pequeño y en las preocupaciones que a veces pueden pasar desapercibidas para los adultos, es decir, ponerte con mirada de niño ante el mundo que, si recordamos, es una mirada de yo puedo cambiar el mundo, porque no conocen límites. Cuando somos niños creemos que podemos transformar. Esa mirada la encontré en algún profesor de la universidad y me hizo dar un salto, sumado a algunas lecturas que hice aquellos años.

Y el tercer momento es de mi etapa como maestro de Infantil y de Primaria. Son muchas veces las que llegas normal al aula y sales con las pilas cargadas. Allí se es consciente de que tenemos mucho que aprender de los niños.

Estos momentos, y aunque sigo formándome, creo que me han construido como maestro y como persona.

Y para concretar, con DFC me encontré gracias a una conversación con Mar Romera, que fue profe mía. Yo ya había leído sobre DFC y visto la charla TED [de Kiran Bir Sethi, fundadora de DFC], pero no conocía a Miguel [Luengo, presidente de DFC España] ni a la organización en España. Ella me dijo que llamara a Miguel. Después de esa conversación, le invitamos a dar una formación aquí en Marbella, y me confirmó la filosofía y la propuesta de Design for Change, fomentado por lo buen comunicador que es, cómo lo siente y cómo lo transmite.

P: Hablando de la necesidad de formación, ¿cuáles son las necesidades de los centros educativos actualmente?

R:  Transformarse, esa es la verdadera necesidad, sea cual sea el momento de cada centro. Porque vivimos en una sociedad líquida y, si no te mueves, te quedas atrás. Vamos muy rápido y tienes que estar constantemente revisando. No solo porque la revisión y la evaluación es imprescindible para la mejora, sino porque además en este contexto líquido tienes que estar todavía más ágil en cuanto a equivocarte. La frase que se de dice mucho ahora es “equivócate rápido”.

P: Y barato, como se dice en Design Thinking.

R:  Y barato, efectivamente. Esa forma de pensar supone implementar el método de la crisálida: hacer un ejercicio de desapego para quitarte la piel vieja, que tiene que ver con prácticas docentes que están muy tatuadas en la historia de la escuela. Ese ejercicio cuesta, porque da vértigo dejar atrás esa piel, pero si se hace ese ejercicio de introspección y se identifican las fortalezas, cuando se da el salto y nos seguimos formando, surge la metamorfosis, como le ocurre a la crisálida: se produce la transformación, que debe ser en equipo. Ese proceso de transformación es la mayor necesidad de los centros educativos.

P: ¿Y cómo mostrar a los centros que sí tienen esa necesidad de transformación sin que se sientan bombardeados por toda la oferta que existe? ¿Cómo hacerles ver que existen metodologías sencillas de implementar y que realmente es una inversión? ¿Cómo facilitar la adaptación al cambio de los centros educativos y su apuesta por los proyectos innovadores?

R:  Una de las claves está en los equipos directivos que generen identidad corporativa, tejido social en el propio claustro, que creen espacios para la reflexión, para construir comunidad, para diseñar un proceso de transformación sostenible y riguroso, conectado con el contexto, con un horizonte compartido con la comunidad educativa. Así, se protege frente al bombardeo metodológico y los grandes esfuerzos de transformación con los que el profesorado acaba agotado, porque a veces se emprenden procesos que no se entienden realmente, y se acaban abandonando. La manera de protegerse solo es con formación; si no, eres vulnerable a toda esta información, y piensas que la primera propuesta que te llega es la mejor; así, rápidamente entras en el ciclo de consumo que coincide con el ritmo de vida que llevamos donde hay pocos momentos de reflexión.

De todas formas, cada centro está en su momento y tiene unas necesidades distintas de transformación: desde cambiar su mirada hacia la infancia a la forma en la que se hace participativa a la comunidad educativa, o transformar algún aspecto metodológico. Cada centro está en su momento de evolución, y tienen necesidades distintas de cambio.

P: ¿Cómo presentar entonces una propuesta metodológica donde se muestre de forma cuantitativa y cualitativa que realmente es útil y beneficiosa para el centro educativo?

R:  En toda propuesta que plantee un cambio es importante el relato, que como bien dices tiene una parte cualitativa. Este relato tiene que ser sencillo. En el caso de Design for Change es bien claro: trabajar con el alumnado desde problemas reales, porque así se les generan tres bloques de beneficios, que tienen que ver con la cohesión, con el tejido social y todas las competencias que se trabajan de manera indirecta cuando se trabaja de forma cooperativa; otro que tiene que ver con el empoderamiento, con el verte capaz de transformar, de mejorar tu entorno, y esto conecta con las competencias de emprendimiento; y el último beneficio tiene que ver con la creatividad.

Además, en la parte cuantitativa, hay que presentar evidencias de impacto, de transferencia, utilizando indicadores homologados y de calidad.

P: Hablando de competencias, ahora que tanta atención se le está prestando al aprendizaje competencial, con esta batería de competencias que se nos muestra: Competencias en Educación, del siglo XXI, para la sostenibilidad, las habilidades de la OCDE, las habilidades blandas… En fin, con todos estos parámetros, bajo tu opinión experta, ¿cómo saber cuáles son las competencias y las habilidades que más necesita desarrollar el alumnado para convertirse en ciudadanía activa, crítica y global?

R:  Hay que simplificar el discurso, lo importante es diferenciar, tanto profesorado como familias incluso, entre contenidos, capacidades y competencias. El contenido es estático y caduco, es un medio; la capacidad es tu poder para hacer algo; y la competencia es el saber hacer en un contexto real, haciendo uso de tus recursos y habilidades. Un ejemplo, imagínate que tienes conocimiento del idioma francés, la capacidad de hablar francés, y además tienes ciertas competencias comunicativas para hablarlo en distintas situaciones. Al final, una competencia es saber hacer algo en un contexto real haciendo uso de tus recursos personales y tus habilidades de todo tipo.

P: Y para tangibilizar el tema de las competencias, ¿cuáles crees se desarrollan con Design for Change?

R:  Como podría decir ‘todas’, voy a priorizar. Hay algo muy bonito en DFC: en la Fase SIENTE se conecta con el problema: “Siéntelo”. Para mí, va más allá del reto, con el que puedo conseguir movilizar al alumnado y provocar reacciones. Aún así, es más poderoso el SIENTE, porque lo sienten como propio, y así nace el compromiso: garantiza que harán todo lo que esté en su mano para resolver el problema.

P: Y esta es la diferencia entre Aprendizaje-servicio y DFC…

R:  Claro, ese compromiso con tu entorno. Pasa igual en Educación: si tú estás comprometido con tu alumnado, vas a buscarte la vida para resolver todo lo que no sepas hacer y te vas a formar para darles respuesta. Ese compromiso con el entorno es algo muy poderoso de Design for Change.

P: Entonces la primera competencia sería ‘compromiso’.

R:  Un compromiso que conecta con el empoderamiento, con el sentirse capaz de transformar, de mejorar el entorno inmediato. Y después estaría el trabajo cooperativo, que es imprescindible en sociedades complejas como la nuestra; empezando por el profesorado. De hecho, hay un estudio que recomiendo siempre, de John Hattie, donde se demuestra que lo que tiene más impacto en el rendimiento académico es el trabajo colaborativo del profesorado. Eso se trabaja seguro con DFC. Después estaría la comunicación, la creatividad, el pensamiento crítico… De hecho, podemos nombrar al laboratorio de investigación educativa de Harvard, donde destacan las cuatro competencias del futuro: comunicar, trabajar en equipo, pensamiento crítico y pensamiento divergente. Todas se desarrollan con DFC porque pone al alumnado en acción.

P: ¿Y Cómo se evalúan estas competencias?

R:  Es un tema muy complejo, y es problema de todo. Si cambias la metodología en el aula y haces cosas muy chulas como experimentos o debates, pero luego pones un examen donde solo se evalúan ciertos contenidos, al final lo otro no vale para nada. Hay que ser más plural en cuanto a herramientas de evaluación, tienen que ser más diversas.

P: En este sentido, entiendo además que hace falta más tiempo para evaluar…

R:  Estás dando justo en la clave de la problemática. Todo esto es muy poliédrico, tiene muchas aristas y no es fácil de interpretar por qué pasa. Y es que el tema del tiempo es real, hay poco tiempo porque hay que hacer una poda de contenidos al planificar, y no se hace: se quiere dar todo con la misma importancia, y no puede porque no hay tiempo. Otro problema que vemos, más en Primaria pero también en Secundaria, es que nos guiamos mucho por el libro de texto, donde a veces hay más, muchísimo más, de lo que se tiene que dar por normativa. Y está bien que hay más contenido, pero ahí el profesorado debe tener criterio para elegir. Al final, se suelen dejar las actividades competenciales porque son más engorrosas: entrevistas, debates, experimentos… Lo importante es que haya equilibrio entre las actividades que se eligen, para que se trabajen todas las competencias. Hay que ser reflexivo a la hora de hacer esta ‘poda curricular’.

P: Entonces, vista la necesidad, ¿cómo podemos ayudar al profesorado con Design for Change?

R: Depende del punto donde esté el centro. Para mí, hay algunas claves en el proceso de transformación metodológica, observar por lo que decida apostar el centro educativo. En este sentido, Design for Change empodera, provoca transferencia de conocimientos… Para mostrárselo al centro educativo, hay que hacer un proceso lo más participativo posible para la comunidad educativa, para que conozcan la apuesta metodológica que ha decidido el centro: “Hemos elegido esta línea porque tiene esta base sólida, etc”. Así, se genera un entorno seguro.

Además, hay que conectar con la propuesta del centro, con su línea: partir de su propuesta y darle dinamismo, para que se proponga acción e investigación al alumnado, y ver qué se trabaja en cada línea, para mostrar que puede ser evaluable por el currículo.

 

Después de una hora sin parar de charlar, se nos ha terminado el café y Dani tiene una reunión con Mar Romera. Decidimos que aún queda mucho que poner negro sobre blanco, así que quedamos en volver a vernos la semana que viene para seguir debatiendo sobre transformación educativa y protagonismo del alumnado.

Y tú, ¿quieres un café con DFC?