Satisfacción. Esa es la palabra que mejor sintetiza (aspecto tan importante de nuestra metodología) el sentimiento que nos genera ver el número de historias que hemos recibido este año. Y es que detrás de ese dato está el número de personas que han participado: 11.032 niños y 602 educadores. Todos ellos han hecho cierta esa máxima que tenemos que dice que, con una metodología y un facilitador, “los niños solo necesitan una oportunidad para cambiar el mundo”.
De la mano de Fundación Telefónica, el reto este año no era tanto alcanzar un volumen alto de proyectos, sino que los que llegasen mantuviesen el espíritu del proyecto y de ahí la apuesta por formar a un grupo de 15 facilitadores que pudieran llevar a cabo la serie de LABs que hemos realizado por 34 provincias de España. Leyendo las fichas y viendo los vídeos de los proyectos está claro que el nivel de interiorización de la metodología ha sido alto y que las horas invertidas por unos y otros han sido bien aprovechadas.
Disponer de un proceso que favorece la escucha (y, con ello, la empatía), el trabajo en equipo y la creatividad hacen que una nueva mirada sea posible y que quienes experimentan el proceso compartan que la experiencia ha sido sorprendente y hayan descubierto aspectos de ellos mismos y de sus compañeros que desconocían.
También surge la palabra tristeza al ver que este año no hemos recibido proyectos de algunos de los colegios que son emblemáticos para nosotros y que incluso tienen integrada la metodología DFC en su día a día. Estamos seguros de que no han sido más que problemas de tiempos o que simplemente no han podido completar la fase de compartir; y por tanto que se trate de un pequeño paréntesis y que el año que viene volvamos a tener proyectos de estos centros y muchos más.
Aflora desde luego la palabra alegría al comprobar que tenemos proyectos de “supercapacitación” en Educación Especial. Alegría por ver que este año hay muchos proyectos de colegios públicos y que, por tanto, poco a poco, va calando en este colectivo. También alegría por ver que comenzamos a tener proyectos tanto de Formación Profesional como de desarrollo del currículo a través de esta metodología. Todo esto pone de manifiesto la versatilidad de Design for Change y cómo la clave son los educadores que la adaptan a la su propia realidad. Y, por si todo esto no fuese suficiente, vemos cómo también hay academias de idiomas que apuestan por aportar un plus a sus actividades, centros de formación del profesorado que practican con sus propios integrantes esta metodología y escuelas de mayores que también la emplean para lograr aportar a sus alumnos herramientas valiosas para su día a día.
También tenemos que hacer autocrítica y saber que este año han ocurrido cosas que no han salido tan “redondas” como queríamos: convocatorias poco claras a laboratorios, indicaciones imprecisas sobre la forma de compartir los proyectos, herramientas en rodaje para recibir las historias… Elementos que, analizados, nos ayudan a crecer y hacer bueno eso de que el error es absolutamente necesario para el aprendizaje.
Y por último, la palabra y la experiencia COMPARTE. Estamos encantados con que este año nuestras historias hayan sido compartidas directamente en la plataforma internacional, de forma que desde cualquier parte del mundo estas historias compartidas puedan inspirar a otras personas del mundo aquello del “I CAN”.
Equipo DFC España y Fundación Telefónica