(Fragmentos del texto de Julie DeNeen)

Como reza el refrán: “Dale a una persona un pez y comerá un día. Enséñale a pescar y se alimentará toda la vida”.

¿Qué diferencia a los buenos educadores de los excelentes? Los excelentes reparten cañas de pescar, creando en el aula un modelo de independencia y autonomía. El alumnado no solo recita temarios, además ha aprendido a aprender. Saben que, si no encuentran la respuesta directamente, tienen las herramientas para investigar todo lo necesario hasta llegar a la solución.

Entonces, ¿Cómo impulsar el Yo Puedo en clase?

  1. Convierte tu aula en un lugar seguro para fracasar

Cuanto más estudio educación y psicología, más convencida estoy de que el fracaso es una de las herramientas más importantes para aprender. De niños, tratamos de poner en equilibrio un bloque sobre una pelota y cuando cae al suelo, ese fracaso nos enseña sobre la naturaleza de las formas. La próxima vez, sabremos que primero se pone el bloque y luego la pelota.

El fracaso puede ser la puerta de entrada para grandes inventos que surgen “por accidente”. Debemos darles a nuestros peques y estudiantes espacio para que fracasen. El miedo al fracaso paraliza la capacidad de una persona para arriesgarse, para esforzarse e intentar algo nuevo. Dales mucho espacio para que se equivoquen y cometan errores. Muéstrales que el fracaso no es fatal.

  1. Fomenta la curiosidad

La curiosidad es lo que impulsa a un niño pequeño a aventurarse a explorar el mundo lejos de la seguridad que le aporta su familia. Cuando somos adolescentes, mucha de esa curiosidad innata es aplastada a través de exámenes y calificaciones rigurosas. En la medida de lo posible, permite que la curiosidad de tu alumnado los lleve a nuevos lugares. A la hora de asignar proyectos, ¿es necesario imponer limitaciones sobre los temas o puedes confiar en que su curiosidad encontrará algo que valga la pena investigar?

  1. Dale voz a tu alumnado

Las personas que tienen un espacio para expresarse, se sienten más capacitadas que quienes no la tienen. Imagínate una situación en el trabajo donde no tuvieses la capacidad de decir lo que piensas o incluso de estar en desacuerdo con un compañero o con tu jefe. ¿Te sentirías empoderado para ejecutar con éxito un gran proyecto o te sentirías condenado a fracasar porque no podrías hablar de tus miedos, preocupaciones, etc.?

Enseñar a tu alumnado a expresar su desacuerdo y a debatir con respeto, les ayuda a desarrollar su propia voz interna (…).

  1. Responsabilidad escalonada

(…) En primer lugar, el profesor debe presentar el concepto, luego ayudar al alumnado con el concepto, y después dejar que el estudiante trabaje de forma autónoma. Cada paso es fundamental para permitir la oportunidad de confiar en su habilidad.

  1. Apoyo entre compañeros

(…) En el aula, las personas que sienten el Yo Puedo suelen apoyarse en sus amigos cuando las cosas se ponen difíciles. Hay un tipo de “presión de grupo” que beneficia al alumnado para que completen sus tareas. Trata de fomentar ese tipo de estímulo.

  1. Usar consecuencias naturales

¿Recuerdas la última vez que tocaste un horno caliente? Seguro que no lo volviste a hacer. (…) Para aprovechar las consecuencias naturales, es necesario crear un lugar seguro para el ensayo-error. (…) Así el alumnado será consciente de las consecuencias de sus actos gracias a tu ayuda y apoyo.

  1. Construyendo confianza

Ofrece periódicamente actividades que aumenten la confianza, (…) que ayuden a reforzar sus fortalezas y habilidades únicas. (…) Cada estudiante tiene un talento particular que debe ser celebrado.

  1. Sé un modelo de cómo aprender

A los alumnos les encanta ver a su maestro aprender. (…) Intenta explorar con ellos un tema del que no sepáis nada. Ellos observarán cuidadosamente cómo tú estás aprendiendo a sacar ideas sobre cómo hacer las cosas (…).

  1. No impongas limitaciones

A veces la tarea limita las posibilidades de un estudiante. En lugar de decir: “Escribe cinco páginas sobre…”, pídeles que escriban todo lo que puedan sobre su tema. En efecto, algunos estarán muy por debajo de lo que esperabas, pero te sorprenderá ver lo lejos que llegan otros cuando no hay ninguna limitación (…).

  1. Usa ejemplos de perseverancia de la vida real

Saca tiempo para estudiar a otras personas que también aplican la filosofía de la perseverancia. Busca a quienes salieron de circunstancias difíciles, a las personas con discapacidad que aún así se superaron a sí mismas, a quienes fracasaron repetidamente antes de lograr el éxito (…).

  1. Enséñales cómo establecer metas manejables

Cuando una tarea se percibe como abrumadora, el Yo Puedo se desmorona rápidamente. Enseña el arte de establecer metas, es decir, cómo dividir un gran proyecto en pequeños pasos. Los objetivos no están pensados para ser puntos de referencia de éxito, sino más bien son una hoja de ruta para mantenerte en el camino correcto.

  1. Enséñales cómo superar la decepción

La decepción es una de las mayores razones por las que la gente se rinde. A nadie le gusta la sensación de decepción. Simplemente duele. Pero también es la vida real. (…) Superar la decepción es la base de una actitud de Yo todavía Puedo. Cuando tu alumnado se enfrente a una pérdida, enséñales a dar un paso atrás y ver el panorama general, sentir la pérdida, hablar de ella y luego seguir adelante.

  1. Actitud de recompensa, no sólo de aptitud

(…) La vida es 90% actitud, 10% habilidad. En la escuela lo tenemos al revés. Como profesor, puedes crear un aula llena de buena actitud, incluso cuando estéis obligados a producir “resultados”.

  1. Cree en sus habilidades

En última instancia, un niño debe llegar a creer en sí mismo. Pero antes de que eso pueda suceder, alguien mayor y más sabio debe apostar por él. A medida que conozcas a cada uno de tus alumnos, aporta más confianza en sus habilidades para desarrollarse (…).

Se trata de inculcar en ellos la creencia de que pueden superar cualquier cosa, independientemente de la nota o el resultado. Mientras se esfuercen al máximo, nada más importa.

  1. Acepta el “Desorden”.

(…) Aprender es complicado. La infancia es un constante aprendizaje basado en fracasos, que al final termina en a una persona adulta con habilidades y conocimientos para tener éxito en algún área de la vida. Nuestras aulas no deben ser fábricas en cadena. Deberían ser como viveros. Hay crecimiento, pero en desorden. Las cosas no siempre están ordenadas o en el lugar adecuado, pero está bien.

  1. Reflexiona cuando el proyecto haya terminado

Después de un fracaso o un éxito, la autorreflexión es crucial. Haz preguntas como:

¿Qué parte te resultó más fácil?

¿Y más difícil?

¿Dónde crees que podrías haber trabajado más?

¿Crees que podrías haberte preocupado menos por…?

¿Cómo esperas que vaya la próxima vez?

¿Hay algo que te gustaría haberte dicho a ti mismo al principio de este proyecto?

¿Estás orgulloso de tu trabajo? ¿Por qué?

  1. Feed back inmediato

Las notas vienen al final de una tarea, ¿verdad? Pero en ese momento, ¡es demasiado tarde para arreglarla! La calificación actúa como un barómetro de cómo fue. ¿Por qué no calificar el progreso todos los días? (…) La retroalimentación diaria ayuda a mantener al alumnado en el buen camino.

  1. Tareas a corto y largo plazo

(…) Tanto los atletas de velocidad como los de maratón son corredores, pero el entrenamiento es diferente. Lo mismo se aplica a las tareas a largo y corto plazo. El alumnado necesita usar los “músculos” de la paciencia y la perseverancia en proyectos largos. Para los cortos, necesitan concentración y focalización.

Mantén tareas variadas para que practiquen los “músculos emocionales” necesarios para cada tipo de proyecto.

  1. Identifica obstáculos y creencias negativas

Cuando un estudiante está atascado, actúa como psicólogo para ayudarle a ver las creencias negativas y los patrones de pensamiento que bloquean el éxito. A menudo queremos culpar a nuestras circunstancias, nuestra falta de habilidad, falta de tiempo, etc. pero el verdadero problema es nuestra mentalidad. Los mayores obstáculos están en nuestra cabeza.

  1. Deja de lado la idea de que el éxito de tu alumno se refleja en ti

Es mucho más fácil facilitar el aprendizaje cuando no estás involucrado en el resultado. Sé que es mucho más fácil decirlo que hacerlo, tanto en la enseñanza como en la crianza de los hijos (…).

Los maestros que están “emocionalmente” menos involucrados en el fracaso de un estudiante, no se frustrarán tanto cuando las cosas no salgan según lo planeado. Es más fácil desarrollar un ambiente seguro para fracasar cuando eres neutral (pero compasivo), en lugar de estar aguantando la respiración a la hora de ver el resultado del proyecto. Se trata de encontrar el equilibrio entre el cuidado y el desapego sano, que te mantenga libre de tu propia preocupación y estrés.

Julie DeNeen

Licenciada en Psicología Clínica por la Universidad de New Haven. Ha pasado varios años trabajando para una escuela de Connecticut, implementando las nuevas tecnologías para ayudar al alumnado y los docentes en el aula. También impartió talleres a los profesores sobre la importancia de la competencia digital, diseñado un proceso para mantener al alumnado, profesorado y familias conectados en el proceso de aprendizaje.

(Fragmentos. Traducción del inglés de Beatriz Alonso).

Texto original: DeNeen, Julie (2013): “How To Develop a Culture of “Can” In Your Classroom”, en Open Colleges, 30 de enero. URL: https://www.opencolleges.edu.au/informed/features/how-to-develop-a-culture-of-can-in-your-classroom/