Está claro que toda generalización es un error, sin embargo, en ocasiones hay que usarlas como simplificación, y puede que ésta sea una de ellas.
Hasta la fecha, el rol de los profesores era el de “dirigir” la correcta impregnación de conocimientos en sus alumnos; el conocimiento lo tenían los profesores, los maestros y, por tanto, eran los que “sabían” y los alumnos lo que tenían que hacer era “alimentarse” de dicha sabiduría.
Sin embargo, si nos paramos a pensar en esta idea hoy en día … pues parece que, como mínimo, está desactualizada. Está claro que la información no es conocimiento, sin embargo la información es fácilmente accesible, y también lo es el acceso a personas con mucho conocimiento que nos pueden trasladar importantes enseñanzas. Así pues ¿cuál es el rol de los profesores ahora?
Seguro que no hay una única respuesta a esta pregunta, y la que damos desde DFC es: convertirse en “facilitadores”. Es decir, proveer los elementos necesarios para que sean los alumnos los que puedan identificar sus intereses y desarrollen sus propias estrategias para adquirir los conocimientos que necesitan.
¿Difícil? ¡Mucho!
Si fuese fácil ya lo estaríamos haciendo todos y, sin embargo, merece la pena, aunque no sea fácil hay que perseverar.
Para ejemplo, ahí va un pequeño vídeo que demuestra que algo tan “sencillo” como conducir una bicicleta puede llegar a convertirse en todo un reto al introducir un pequeño cambio:
Como no nos gusta decir “hay qué” sino que “va de hacer” pues proponemos como un buen comienzo para convertirse en facilitadores llevar a cabo la metodología de DFC para realizar un proyecto concreto con el que cambiar algo del entorno cercano de los alumnos.
¿Por qué? Porque es una oportunidad de relacionarse de forma diferente con los alumnos, llevando a cabo algo distinto al día a día, y al familiarizarse con la metodología luego es posible aplicarla de forma cotidiana.
¿Te animas?
Si te atreves hazlo, si te atreves DFC